El Idiota y el Teòlogo (Cuento Zen)

                               El Idiota y el Teòlogo (Cuento Zen)


Un monje zen vivìa con su hermano tuerto e idiota. Un dìa que tenìa que conversar con un famoso teòlogo, venido de lejos para verle, se viò obligado a ausentarse. Le dijo entonces a su hermano:

-¡ Recibe y trata bien al erudito! ¡Sobre todo no le digas una sola palabra y todo irà bien!
El monje abandonò entonces el monasterio. A su regreso, fue a ver ràpidamente a su visitante:

-¿ Te ha recibido bien mi hermano?- le preguntò.
Lieno de entusiasmo, el teòlogo exclamò:

- tu hermano es una persona muy notable. Es un gran teòlogo.
El monje, sorprendido, farfullò:

- ¿ Còmo?..., ¿ mi hermano, un... teòlogo?

- Hemos tenido una conversaciòn apasionante- prosiguiò el erudito-, expresàndonos sòlo mediante gestos. Yo le he enseñado un dedo, èl ha replicado mostràndome dos. Entonces yo le he respondido, como es lògico, mostràndole tres dedos, y èl me ha dejado asombrado mostràndome un puño cerrado que ponìa fin al debate...Con un dedo, yo le he indicado la unidad del Buda. Con los dedos, èl ha ampliado mi punto de vista recrdàndome que Buda era inseparable de su doctrina. Encantado por la rèplica, con tres yo le he dado a entender : Buda y su doctrina en el mundo. Entonces èl me ha dado èsta rèplica sublime mostràndome su puño : Buda, su doctrina, en el mundo, forman un todo. A esto se le llama rizar el rizo.

Algùn tiempo màs tarde, el monje fue a ver a su hermano tuerto:

- Cuèntame lo que pasò con el teòlogo!

- Es muy sencillo- dijo el hermano- . Èl me provocò mostràndome un dedo para hacerme observar que yo no tenìa màs que un ojo. Al no querer ceder a la provocaciòn, yo le repliquè que èl tenìa la suerte de tener dos. Se obstinò , sarcàstico: " De todos modos, sumando los de los dos, hacen tres ojos". Fue la gota que colmò el vaso. Mostràndole mi puño cerrado, le amenacè con dejarle tieso en el acto si no ponìa fin a sus malintencionadas insinuaciones.
* Creemos hablar de lo mismo, creemos comunicarnos, ìntimamente, con el otro. Pero, en definitiva, cada uno habla de sì mismo*